Suicidio aún es sinónimo de silencio. Las muertes autoinflingidas en España siguen siendo un tabú directamente relacionado con la salud mental y pocas veces ocupan un lugar relevante en debates, tertulias y en los propios medios de comunicación, donde en muchas ocasiones se opta por silenciarlo para no generar el denominado “efecto llamada”.
Este lunes, la muerte de la actriz Verónica Forqué, ha vuelto a poner este asunto sobre la mesa puesto que los primeros indicios apuntan a un suicidio. Ella no ha sido la única. Las cifras del suicidio en España están en aumento y la sitúan como la primera causa de muerte externa, es decir, que no es provocada por una enfermedad física. En 2020 se produjeron 3.941 fallecimientos por esta causa, un 7,4% más que en 2019, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Se trata del máximo histórico, marcado anteriormente en 2014, cuando se quitaron la vida 3.910 personas.
Esto supone que el pasado año se suicidaron una media de 11 personas al día, es decir, una cada dos horas y cuarto. En cuanto a sexos, en 2020 se suicidaron 2.930 hombres y 1.011 mujeres.
Gráfico sobre perfil por sexo y muertes por suicidio al día.
Esta variación por sexo se ha mantenido en la misma tendencia desde 1980. Sin embargo con respecto a 2019, en 2020 se quitaron la vida 111 mujeres más (un incremento de un 12,3%) y 159 hombres (un aumento de un 5,74%), según datos del Observatorio del Suicidio en España.
Con estas cifras y una tasa de suicidio de 7,7 por cada 100.000 habitantes, se enmarca el suicidio como la principal causa de muerte no natural en España, con el triple de muertes que los accidentes de tráfico,13,6 veces más que los homicidios y 85 veces más que la violencia de género.
Eso sin tener en cuenta los intentos de suicidio y los pensamientos suicidas. Un 15,5 % de los españoles admite haber presentado alguna ideación suicida en el último año, según desvela el IV Estudio de Salud y Estilo de Vida.
A nivel mundial, las cifras son, si cabe, todavía más alarmantes. Una de cada 100 muertes se debe al suicidio, según datos de la OMS. Esto se traduce en un total de un millón de muertes por suicidio, una cada 40 segundos a nivel mundial.
A pesar de haber ciertas diferencias por comunidades autónomas, las cifras del suicidio a nivel nacional llaman a tomar medidas orientadas a la prevención y las campañas de concienciación como la lanzada por el Colegio de Psicólogos de Madrid el pasado mes de septiembre llamada Hablemos de…Suicidio, con la que pretendían romper el tabú de la llamada “pandemia silenciosa”.
Por autonomías, Andalucía fue la comunidad en la que más personas se quitaron la vida con 793 suicidios en 2020, seguida por Cataluña con 556 y por la Comunitat Valenciana con 440. En proporción es Asturias la que tiene la tasa de suicidios más alta, con casi 12 casos por cada 100.000 habitantes, seguida de Galicia con 11,30 casos por 100.000 habitantes.
De hecho, tanto Andalucía como Asturias presentan una excepción dentro del impacto de los suicidios en su territorio desde hace más de 10 años. En ambas se han encontrado comarcas que han llegado a triplicar la tasa de suicidios de España con unas 25 muertes autoinflingidas por cada 100.000 habitantes.
La primera, en Andalucía, tiene en la ciudad de Antequera (Málaga) su referencia con más población (41.000 habitantes), la Puebla de Cazalla (Sevilla, poco más de 11.000 habitantes) se sitúa en el extremo occidental de la zona, a 145 kilómetros al oeste de la jienense Alcalá La Real (21.758 habitantes y 10 suicidios en 2020).
En Asturias, eligiendo municipios con alta tasa, se podría dibujar una línea imaginaria de unos 100 kilómetros que uniera la población de Gozón con Cangas de Narcea, dejando en el medio a Llanera. Los tres municipios tienen poblaciones de unos 10.000 habitantes y alta incidencia.
Para Daniel Jesús López Vega, psicólogo coordinador de la Asociación de Profesionales en Prevención y Postvención del Suicidio Papageno (papageno.es), que ha estudiado el problema en Andalucía, señaló a EFE que “el fenómeno suicida es complejo y multicausal y probablemente los determinantes sociales tengan mucho que ver”.
“Cada área se caracteriza por cosas diferentes, pero probablemente compartan problemas como crisis económica, despoblación, desempleo y falta de oportunidades para los jóvenes, junto al problema de la soledad no elegida de las personas de edad más avanzada”, añadió a la agencia, en la que también remarcaban la dificultad de acceder a servicios sanitarios y, en especial, de salud mental.
Basta con ver la incidencia por edades del suicidio en España, que se centra entre los 50 y los 59 años, aunque también entre los 30 y los 39 años, grupo en el que en 2020 se han producido 411.
En esta franja se ha situado también la serie histórica, donde la incidencia más alta de suicidios se ha situado en la franja entre los 30 y los 70 años. Sin embargo, a finales de los 90 y principios de los 2000 se vio cierto aumento en la población más joven entre los 20 y los 39 años.
Por su parte, Julio Bobes, catedrático de Psiquiatría de la Universidad de Oviedo y Jefe de Servicio del Área Sanitaria de Oviedo, indicó a esta agencia que la edad juega un papel importante.
“Las poblaciones envejecidas tienen gran porcentaje de enfermedades mentales. Pero además, y por decirlo de un modo gráfico, se han marchado los más jóvenes y competentes a Madrid, Barcelona o Bilbao”, explicó.
“Y entre los que se han quedado, hay una alta tasa de enfermedades mentales graves. Esto sucede desde hace más de una década. Y ese tipo de enfermedades explica buena parte de los suicidios”, añadió. Factores como el desempleo y el poco movimiento laboral a esta edad, la soledad y, por supuesto, económicos hacen que se incremente en esta franja.
En este último año, especialmente por la pandemia de la covid-19, la salud mental de niños y adolescentes se ha visto dañada. Este martes, Save the Children ha alertado de que la pandemia ha triplicado el número de trastornos mentales y de conducta entre los menores. Estos trastornos están especialmente relacionados con las tentativas de suicidio, ya que se han visto directamente incrementados: los intentos suicidas han crecido un 250%, según el Colegio Oficial de la Psicología de Madrid.
En la adolescencia es donde más evidente se ve este impacto, ya que entre menores de 30 años es la principal causa de muerte externa y la tercera después de los tumores y las enfermedades respiratorias, circulatorias o digestivas. Por poner un ejemplo claro, en 2020, hubo 77 muertes por covid-19 y cuatro veces más de suicidios, 314.
Pero no es solo cosa de adolescentes. Los trastornos mentales han aumentado del 1% al 4% en menores de entre 4 y 14 años, señalan en este estudio. Además, señalan que se alcazó la cifra de 61 suicidios de menores en España en 2020 y el 3% de los menores tenido pensamientos suicidas.
“Las situaciones que llevan a los niños y niñas al suicidio son conflictos familiares graves y separaciones, problemas de acoso por parte de iguales, humillaciones y malos tratos, soledad, desengaños amorosos, la muerte de familiares, fracaso escolar y la presión para evitar ese fracaso, y la discriminación por orientación sexual”, ha señalado el director general de Save the Children, Andrés Conde y ha recogido EFE. De hecho, según este estudio los menores víctimas de acoso escolar tienen 2,55 veces más riesgo de suicidio.
Según ha señalado, “hoy hay menos suicidios que hace 30 años, la caída es muy pronunciada hasta 2008, pero a partir de ese año comienza un repunte que se mantiene una década”, periodo que coincide con la crisis económicas y el auge de las redes sociales.
En niños, el suicidio es la segunda causa de muerte infantil por motivos externos, solo precedida por los accidentes de tráfico.
A la hora de trazar un perfil, Conde ha apuntado a que las niñas están más “afectadas por pensamientos e intenciones suicidas”, pero son los niños “quienes terminan por cometer en mayor proporción este acto”.
Fuente: https://www.huffingtonpost.es/