Cuando el nivel de consumo de recursos y producción de desechos de una población supera la cantidad total que es capaz de producir y asimilar de manera natural, entra en deuda ecológica. Este término se comenzó a utilizar en el año 1992 y, por desgracia, cada año se adelanta la fecha. El crecimiento económico desmesurado, el consumo desvocado, la generación de energía con grandes cantidades de emisiones de gases de efecto invernadero, el desperdicio alimentario, etc., provocan que la cantidad de recursos utilizada cada año por la población española sea 2,3 veces superior a lo que debería ser, y se adelanta 15 días respecto al año pasado.
En el año 2016 se realizó un estudio para calcular el hag (la huella global por persona) de cada español y el resultado fue de 4,04 hag. Pero la biocapacidad es de tan solo 1,37 hag, es decir, cada español 'consume' 2,67 hag más de lo que la tierra es capaz de asumir. Y en el resto de países no estamos mejor; en Europa se entró en deuda ecológica el pasado 10 de mayo, lo que supone que los europeos, en conjunto, consumimos 2,8 veces lo que deberíamos.
El informe de deuda ecológica ha sido presentado por WWF y 'Global Footprint Network' y señalan que las consecuencias de esta deuda, se traducen en un incremento de la deforestación, una gran pérdida de biodiversidad, escasez de agua, pérdida de la fertilidad del suelo, erosión, contaminación y refuerzo del cambio climático. Y estas consecuencias traeran mayor número de conflictos y desigualdad.
¿Qué podemos hacer?
Revertir esta situación está en manos de todos. Administaciones, ciudadanía y empresas tenemos en nuestra mano reducir nuestra huella en el planeta y asegurar el futuro de las próximas generaciones. Leyes más ambiciosas, consumo responsable y compañías comprometidas con el medio ambiente, serán claves para poder eliminar la deuda ecológica para siempre. ¡Es posible!
Fuente: porelclima