Estos días, tras la resaca de la gala de los Goya, los protagonistas del mundo de la cultura siguen jactándose y presumiendo de hacer buen cine, películas de calidad, inteligentes y sólo aptas para mentes brillantes y sensibles. Pero el público no opina lo mismo. Al menos así lo refleja el Ministerio de Cultura, que recoge las cifras de recaudación y espectadores del cine patrio.
Los datos no dejan lugar a dudas de la ruinosa situación de la industria, dadas las bajas cifras de ingresos y público, y, aunque bien es cierto que algunas cintas, como, tan sólo se estrenaron en salas aisladas para optar a premios, y otras, comoLa llamada y Magical Girl se exhibieron en años previos, y, por tanto, no incluyen todos los ingresos obtenidos, la recaudación de 2018 sigue dejando mucho que desear en términos generales.
Cinco euros por película
Hechas dichas matizaciones, el dinero facturado en taquilla el pasado año arroja las siguientes cifras. La película Tabib obtuvo una recaudación de 5 euros con sólo un espectador. La misma suerte corrió Casals, la fuerza del silencio que obtuvo 30 euros y a la que fueron 14 espectadores. Un poco mejor mejor parada sale el film Tierras Construidas, que llegó a tener 9 espectadores que dejaron en la taquilla 46 euros.
Los actores se empeñan en defender sus papeles, los directores sus obras, pero el público en España no parece llegar a entender títulos tan bizarros como Josep Renau, el arte en peligro, Corrupcion, el organismo nocivo, El Último Fracaso, Nidos desnudos, InDISCutible, La Voz en lucha, Nopoki, yo vengo, Ternura y la tercera persona, Sin novedad ... Si algo tienen en común estos largometrajes es que ninguno ha llegado a superar los 100 euros en entradas.
Bancarrota cinematográfica
En una categoría superior aparecen películas como Tigernut, la patria de las mujeres integras, que ingresó 118 euros y a la que acudieron 32 espectadores, mientras que Tus desperdicios y otros manjares no alcanzó ni los 200 euros en taquilla.
El negocio no da ni para pipas y las salas se quedan desiertas y a oscuras. Las nuevas obras estrenadas en 2018, además de los reestrenos en salas independientes de películas de años anteriores, supusieron unos ingresos totales de poco más de 100 millones de euros.
Teniendo en cuenta que este sector recibe cada año una media de 80 millones de euros en subvenciones públicas, la ruina es absoluta, y ya no hablemos para el maltratado contribuyente, que, sin que nadie le pregunte, paga impuestos obligatoriamente para sufragar los gastos de la industria del celuloide.
El motor del cine español: las subvenciones
El espectador castiga en la taquilla y ya pueden los artistas subir a atriles, recoger premios, alabarse los unos a los otros, clamar al cielo y darse golpes en el pecho por lo bien que se ha hecho que nadie podrá discutirlo porque, básicamente, son pocos los españoles que apuestan por el cine nacional.
Así tenemos que, por ejemplo, la cinta El cuaderno de barro generó 149 euros y fueron a verla 21 personas. Maniac Tales, O Tempo Futuro, Buscando a Djeneba, El pintor de calaveras, apenas han llegado a los 300 euros de recaudación por película el pasado año cuando se estrenaron en cartelera.
Si poco suena la caja registradora del cine español, menos le suena al espectador títulos como Puta y amada, Telurico, En tránsito, Director Z. El vendedor de ilusiones, La Rusa, Cantábrico o Las Postales de Roberto. Hay que decir que en el caso de estos films, las inversiones fueron un poco mejor, pero ni por esas, no superaron tampoco los 300 euros de recaudación por largometraje.
Por otro lado, cabe destacar que los films que sí han obtenido respuesta de la taquilla como Campeones, Superlópez o El Mejor Verano de mi Vida, La Tribu o El cuaderno de Sara, que superaron los cinco millones de euros de recaudación, llegando en el caso de Campeones casi a los 20 millones; fueron subvencionadas con un millón de euros por película.
De este modo, los contribuyentes participan obligatoriamente de las inversiones de estos proyectos audiovisuales, pero cuándo las cintas tienen éxito, los beneficios recaen sólo en el bolsillo de los directores, productores y actores. Y así, ¿importará a los directores si nadie va a consumir su cine?
Fuente: Libre Mercado