Una polémica medida del Gobierno italiano, y otra del Parlamento de Sicilia, han reavivado el fantasma del acoso a esta logia en Europa
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Winston Churchill, Frankin Delano Roosevelt o Manuel Azaña, en política. Científicos como Alexander Fleming, inventor de la penicilina. Grandes fabricantes de coches como Henry Ford, Andrés-Gustave Citroen o los hermanos Chrysler. Escritores, artistas, arquitectos, intelectuales… La presencia de la masonería en nuestra sociedad ha contado históricamente con ilustres representantes. Sin embargo, su existencia está envuelta de un halo de secretismo y misterio. ¿Quiénes son? ¿Qué hacen? ¿Por qué se sabe tan poco de ellos? ¿Y por qué se les ha perseguido en tantos sitios, y durante tanto tiempo?
Dos controvertidas decisiones en Italia han vuelto a situar su nombre en primera línea: por una parte, el acuerdo entre los dos partidos que forman su Gobierno -la Liga Norte y el Movimiento 5 Estrellas- de impedir ser ministros a personas pertenecientes a la masonería; y por otra, la reciente aprobación, por parte del Parlamento siciliano, de una ley que obliga a sus diputados a identificarse como tales si lo son. Dos hechos que ha levantado ampollas entre los masones, que han reaccionado denunciándolo mediante una carta abierta. En la misiva, redactada por el Gran Oriente de Italia -una de las federaciones de logias más importantes del país- recuerdan que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ya condenó en dos ocasiones al Estado italiano “por impulsar este tipo de legislaciones discriminatorias”. Y cómo en el pasado los masones sufrieron la represiónde regímenes totalitarios como los de Hitler, Stalin, Mussolini o Franco.
Extrema derecha y Logia P2
El rebrote de la extrema derecha, como ocurre en Italia, donde la Liga Norte cuenta con ministros como el ultra Matteo Salvini en Interior, y la mala fama adquirida por algunos episodios en el pasado, se apuntan como algunas de las causas de este nuevo rechazo. En el país transalpino sigue presente el recuerdo de la Logia P2, una asociación masónica desarticulada en 1981 tras descubrirse su implicación en varios de los mayores escándalos de la historia italiana, como la bancarrota del Banco Ambrosiano o el secuestro fingido del financiero vinculado a la mafia Michele Sindona.
Dicho grupo lo integraban casi un millar de personas, con cargos en los mayores centros de decisión del país. Entre ellos, tres ministros, 44 parlamentarios, medio centenar de banqueros y decenas de magistrados, periodistas y empresarios como Silvio Berlusconi. Creada en 1945, la Logia P2 operó de forma clandestina desde mediados de los años 70, cuando fue repudiada por la federación de logias tras ser controlada por el ultraderechista Licio Gelli. “Se adueñaron de ella personajes oscuros que la controlaban. Se convirtió en una mafia”, afirma Xavi Casinos, periodista y autor de diversos libros sobre los masones.
La infiltración de la mafia también ha hecho mella en la institución otras veces. Una comisión del Parlamento italiano desveló, a finales de 2017, que unos 200 masones figuraban en investigaciones antimafia, sobre todo en Calabria en Sicilia. Y apuntó que algunas de esas personas utilizaban sus reuniones para hacer negocios. Desde las organizaciones masónicas se alegó que estos casos representaban una minoría entre los miles de miembros de su colectivo. Y que esas infiltraciones se dan en todas las capas de la sociedad.
El caso de Westminster
La masonería moderna nació en Londres a principios del siglo XVIII, está presente en prácticamente todos los países de Europa, e Inglaterra es uno de los que cuenta con más miembros: alrededor de un millón. De allí procede lo que se conoce como masonería regular, de corte tradicional y conservador, mayoritaria en el mundo anglosajón y americano. Y que se diferencia de la denominada simbólica, surgida en Francia, de tendencia más liberal, mixta, y predominante en la Europa continental y del sur.
En el caso anglosajón, la pertenencia a la masonería no representa un tabú, y sus miembros tienen más reconocimiento social, hasta el punto que en muchos casos hacen gala de serlo en sus currículums. Sus acciones filantrópicas son más conocidas, ya que con sus donaciones se sufragan centros sociales y hospitales. E incluso algún helicóptero medicalizado, como el que diversas logias londinenses enviaron tras el atentado junto al parlamento en marzo de 2017.
Eso no ha impedido que, en ocasiones, se hayan dado episodios controvertidos. El pasado febrero, el diario The Guardian publicó que dos logias integradas por políticos y periodistas operaban en secreto dentro del parlamento de Westminster. Algo que fue rebatido por la Gran Logia Unida de Inglaterra con grandes anuncios en los diarios, en los que reivindicaban el fin de la visión “tergiversada” que, a su juicio, se ofrece de ellos. En 1999, el gobierno laborista de Tony Blair intentó que los policías, magistrados y jueces masones revelaran su filiación. Algo que finalmente no se produjo.
Dificultades en España
La tolerancia con la masonería de los países anglosajones y del norte de Europa es equiparable a la de Francia, país donde la masonería cuenta con una amplia tradición, y también con ilustres representantes en la política, como por ejemplo su ex primer ministro y actual alcaldable de Barcelona, Manuel Valls. Y destaca por su defensa de la laicidad del Estado.
En España, en cambio, los recelos hacia su existencia han surgido de forma periódica a lo largo de los tres últimos siglos. Ya fuera desde la política, desde la vuelta del absolutismo con Fernando VII, como desde la religión, desde la Inquisición. Tradicionalmente, se les identificaba con las ideas liberales. Y, ya en el siglo XX, con la izquierda. Las restricciones sufridas durante la dictadura de Primo de Rivera les impulsó a intervenir en política. Y esa fue, según diversos historiadores, una de las causas de que durante la primera legislatura de la segunda República, 151 parlamentarios sobre un total de 470 fueran masones. Entre ellos, Manuel Azaña. Y también el expresidente de la Generalitat Lluís Companys.
La biblioteca pública Arús de Barcelona tiene orígenes masónicos y está especializada en movimientos sociales contemporáneos / CG
Persecución franquista
La mayor época de represión en la historia de la masonería se produjo durante el franquismo. En los casi 40 años de dictadura, se dictaron unos 18.000 procesos, de los cuales buena parte acabaron con penas de inhabilitación, cárcel y fusilamientos. Franco les culpaba de cuestiones como la pérdida de las colonias, la Semana Trágica, la caída de la monarquía y la Segunda República. A lo largo de su mandato, la masonería solo se toleró en bases norteamericanas como las de Torrejón. Y eso a pesar de que su hermano Ramón, y probablemente su padre Nicolás, fueron masones.
Según apunta Xavi Casinos en su libro Franco contra la masonería, coescrito junto al historiador Josep Brunet, la aversión del dictador hacia los masones le llevó a elaborar más de 80.000 expedientes personales, en una época en la que la masonería no tenía más de 10.000 miembros en España. La represión duró todo su mandato. Así que su situación no se normalizó hasta la llegada de la democracia, después de que una sentencia de la Audiencia Nacional de 1979 les permitiera inscribirse en el registro de asociaciones. “La masonería siempre se ha desarrollado mejor en regímenes democráticos, con más libertad”, apunta Vicenç Molina, profesor de Ética de la Universidad de Barcelona y vicepresidente de la Fundación Ferrer i Guàrdia.
En opinión de Casinos, tal vez esa estigmatización, los prejuicios y la “leyenda negra” que se les asocia desde el franquismo expliquen el bajo número de masones de nuestro país hoy en día: entre 3.000 y 4.000, un millar de ellos, en Cataluña. Y también su escasa visibilidad.
Choques con la Iglesia
¿Y en qué consiste la masonería? El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española la define como una asociación “cuyos miembros forman una sociedad iniciática y jerarquizada, organizada en logias, de ideología racionalista y carácter filantrópico”. Según sus miembros, en su seno se fomentan valores clásicos de la Ilustración, como la libertad, la fraternidad, la solidaridad, la igualdad o la tolerancia. Y su objetivo, aseguran, es perfeccionarse como individuos y trasladar esos principios a la sociedad.
Respecto a las causas sobre los recelos y las persecuciones que han sufrido a lo largo de la historia, existen muchas opiniones. Según el historiador Vicenç Molina, desde el nacimiento de su etapa moderna, en 1717, los masones han estado en el punto de mira por la “desconfianza” que genera su librepensamiento y su rechazo a los dogmas. Un recelo que, en el caso de la Iglesia, perdura hasta nuestros días. Los dos últimos Papas -Benedicto XVI y Francisco- han hecho comentarios despectivos hacia ellos. “La iglesia siempre ha personalizado en los masones al enemigo”, afirma Martí Marín, profesor de Historia Contemporánea de la Universidad Autonoma de Barcelona. “Históricamente fue un refugio de intelectuales y librepensadores, ya en los siglos XVIII y XIX. Y creían que conspiraban. Después han habido casos de redes de relaciones e influencias. Es como, por ejemplo, un club, donde la gente come, cena y hay quien hace negocios. Nada más”, añade.
Acusaciones de lobismo
Otra de las acusaciones que se les han achacado son su supuesto secretismo y sus actuaciones como grupo de presión: “Hay gente que cree que son lobbies y centros de poder. Quien se acerca por eso, puede desvirtuar su esencia”, reconoce Xavi Casinos.
“Siempre hay personas interesadas, como en todas las profesiones y creencias. Cada uno tiene su forma de obrar. Pero esa no es la forma de actuar de las logias, ni su finalidad”, apunta Ramon Vila, gran maestro provincial de la Gran Logia de España en Cataluña.
Halo de misterio
Respecto al halo de misterio que les rodea, Casinos apunta a la “discreción”. “Nunca se revela nada de lo que se dice en sus reuniones. Y, además, cada masón decide decir si lo es o no. Pero nunca dirá si lo es otro”.
“Hay gente a quienes, por su simbología y su forma de vestir cuando se reúnen, les parece una secta extraña. Pero no lo es más que cuando en una Universidad se nombran doctores honoris causa con birretes, o las togas con que los jueces celebran el nuevo año judicial. Son tradiciones”, explica Martí Marín.
Dictaduras e integrismos
Todas las fuentes consultadas por Crónica Global apuntan como principales detractores de la masonería a la Iglesia y los regímenes totalitarios. En especial, en Europa, dado que en América, donde su presencia es numerosa -solo en EEUU, se calcula que tiene unos cinco millones de miembros-, ha sido mucho más tolerada. Algo que se suele atribuir al hecho de que algunos de los procesos de independencia del continente estuvieron encabezados por masones. Desde José Martí en Cuba, hasta Simón Bolívar. Quince de los 44 presidentes que ha tenido EEUU fueron masones. Incluido el primero, George Washington.
Desde la Gran Logia de España explican que “comprendiendo cuál es nuestra esencia, es fácil comprender quién nos persiguió, nos persigue y nos perseguirá. Todo aquel que no admita la pluralidad política o religiosa, todo totalitarismo político o integrismo religioso”. Según afirma su gran maestro, Óscar de Alfonso, a este medio, existen 23 países del mundodonde ser masón “está severamente perseguido por sus leyes, usos y costumbres. No nos gusta desmenuzar la lista, pero piensen en cualquier dictadura política o integrismo religioso. Italia no está en esta lista porque, a día de hoy, todavía es posible ser masón allí”. De Alfonso fue elegido en una cumbre mundial celebrada en marzo en Panamá, Secretario Ejecutivo de la Conferencia Mundial de Grandes Logias Regulares, lo que lo convirtió hasta 2023 en el maestro masón al frente de la coordinación de la Masonería Mundial.
Para Vicenç Molina, en el mundo occidental “los únicos sitios donde pueden tener problemas pueden ser Polonia y Hungría, porque tienen gobiernos muy reaccionarios”. Pero ve difícil que esto ocurra, y aún menos que “hayan actitudes como las de los años 30. Si no las hay, es porque su peso es muy pequeño. Y no los ven como un enemigo”.
Fuente: Crónica Global