Todavía hay lugares en el mundo donde suenan palabras hermosas. Y es que hay tanta belleza en el sonido que emiten “las escuelas”... No la escuela en singular. Las escuelas, con toda la fuerza de su plural, con toda la historia que parece encerrar. Un plural que aglutinaba a niños correteando por el patio, a profesores pidiendo silencio o a pupitres de madera con el inconfundible sonido que producía al cerrarse. Mucho de todo ello hay aún en El Pedroso, donde la escritura es pozo de sabiduria, donde se rinde tributo a las letras y donde la enseñanza se hizo arte.
Visible a todos, como suspendido en altura y también en el tiempo, se erige en este pueblo serrano Las Escuelas Nuevas, muy a pesar de que ni ya es escuela ni es nueva. La curiosidad es algo que caracteriza a este centro, en cuanto se suele atribuir al famoso arquitecto Anibal González, aunque según parece, es de la autoría de su cuñado Aurelio Gómez. Independientemente de quien sea su autor, el edificio rezuma ese aroma añejo de enseñanza pura y cuna de sabiduría desde el mismo momento en que se cruza su umbral.
Aulas para el recuerdo
Emblema para los pedroseños, tras casi tres lustros cerrados, en 2015 abre sus puertas como centro cultural y museístico. Es mucho lo que puede contar el edificio acerca de El Pedroso. En primer lugar, como centro de enseñanza. Así pues, una de las salas actuales del edificio, la que ocupaban las niñas en la época de la dictadura sirve para volver la vista atrás y recordar cómo era la escuela por aquel entonces. Los viejos pupitres, las herramientas de las que se valían los docentes, como mapas y demás, y el viejo encerado con la fecha escrita en la parte superior dan la bienvenida al visitante y sacan del alma de aquello que lo vivieron los más profundos recuerdos.
Una galería sirve para homenajear a Gertrudis Gómez de Avellaneda, descendiente de El Pedroso y escritora prolífica que viene a demostrar el refinado gusto por las letras que esta localidad fue cociendo durante años. No podía faltar tampoco el homenaje que El Pedroso se hace así mismo y a su riqueza minera. A modo de historia, la sala Ingeniero Elorza, que ocupa el espacio de otra aula, hace un recorrido por la formación geológica del entorno, destacando la importancia en El Pedroso del granito.
El museo de la escritura
Aunque es de bella factura esta planta baja por todo lo que supone para El Pedroso y su historia, la verdadera magia comienza cuando se suben las escaleras que dan acceso a la planta alta del edificio. Las letras se desprenden del techo dandote la bienvenida a un viaje maravilloso por la historia de la escritura. Lo que en su día durante el franquismo fue el aula de los chicos, hoy se ha convertido en el museo de la escritura.
Los niños que en su día, bajo ese mismo techo aprendieron a unir las primeras letras, poco podrían imaginar cuanta historia hay detrás de un simple hecho como el de dibujar grafías para llevar a cabo una comunicación. Los que trabajamos en los talleres de las palabras, aunque en su día lo aprendimos, tampoco somos realmente conscientes de lo que llevamos tras de sí hasta el momento en que uno se deja llevar por el camino de la historia. En esta parte de las Escuelas Nuevas de El Pedroso el visitante navega por distintos apartados, comenzando, lógicamente por las formas más antiguas de comunicación, visualizando aquellos primeros hallazgos, esas primeras tablas de barro en las que se anotaban principalmente los datos de las cosechas. Las vitrinas del centro albergan numerosas réplicas de todo cuanto hablamos, pero lo más fabuloso de todo es comprobar cómo ha ido evolucionando este fantástico mundo de la escritura, observando cómo de aquellos primeros jeroglíficos se pasó a las distintas grafías. Cómo de las primeras tablas se evolucionó hasta el rollo de papiro, y cómo irrumpió mucho después la imprenta.
La visita a la Escuelas Nuevas está muy enfocada a los pequeños en edad escolar, y por eso, la experiencia ha de volverse interactiva. A este respecto, a la finalización de la misma se les permite comprobar el proceso de imprenta.
Homenaje a Lara
Una vez sumergidos en el amplio espectro que supone toda esta historia de la escritura, que llega hasta nuestros días y al uso de la informática para escribir, el centro cultural nos abre las puertas de uno de sus ilustres, José Manuel Lara Hernández. Este pedroseño fue quien marchó a Barcelona tras la guerra civil y quien tras empezar en el negocio de la compra y venta de libros fundó varias editoriales. Finalmente acertó en la fundación de la Editorial Planeta, quien con los años se ha hecho uno de los grandes grupos editoriales y de comunicación de nuestro país. Lara siempre fue un pedroseño que amó su tierra desde la distancia, por eso nunca olvidó El Pedroso, y El Pedroso jamás lo olvidó a él ni a su familia. Para Lara Hernández hay en este edificio toda una sala dedicada a su trayectoria, y otra más para los premios que han dado fama mundial a esta editorial, los Premios Planeta, para los que hay dispuesta otra sala en la que cada año se va colocando el premio ganador con la firma del autor.
La vinculación con los Lara no acaba aquí, sino que en el mismo centro reside la biblioteca que lleva por nombre Biblioteca José Manuel Lara Bosch, hijo del fundador de Planeta y que viene a demostrar la perfecta unión y sintonía que aún existe y existirá con la emblemática familia pedroseña.
Fuente: El Correo de Andalucía