Diferentes autoras trasvasan las fronteras de los géneros para explorar las violencias, físicas y discursiva.
Desde hace un par de años, el aumento de su presencia se viene notando en las mesas de las librerías: reescrituras, reboots de mitos, leyendas y cuentos clásicos, así como la apropiación de géneros pop como el terror, la distopía, la ciencia-ficción, el pastiche y la metaficción posmoderna. Con una perspectiva de género y a través de una vuelta de tuerca sugestiva y ecléctica desde los géneros no realistas, el feminismo especulativo ha llegado para quedarse. Pero ¿quiénes son sus referentes? Y ¿qué es el feminismo especulativo?
Olvidada durante décadas y ahora rescatada gracias a la labor editorial de Sexto Piso e Impedimenta, la británica Angela Carter reescribió algunos cuentos clásicos en La cámara sangrienta (1979), quizá su libro más accesible. Con su singular estilo barroco y erudito, en estas irreverentes reboots de Barbazul y La Bella y la Bestia entre otros clásicos, no solo propuso relecturas feministas donde ninguna princesa es salvada por un príncipe azul, sino que, influida por el psicoanálisis y la fascinación por Sade y Bataille, exhibió el anverso oscuro del erotismo y la crueldad. En esta línea de reboots de los clásicos, aunque tamizados por su inclinación a la metaficción posmoderna y su legado cultural yoruba, también se pueden leer las dos novelas de la anglonigeriana Helen Oyeyemi, El señor Fox y Boy, Snow, Bird (ambas traducidas al español por Acantilado). En esta misma dirección, la americana Kelly Link realizó en el cuento 'Viajes con la Reina de las Nieves' (Magia para lectores, Seix Barral, 2011) una reescritura del clásico homónimo, indagando en el ensañamiento de los cuentos populares con los pies como símbolo de la independencia de sus personajes femeninos. A esto cabe agregar el elogiado debut de Carmen María Machado con Su cuerpo y otras fiestas (Anagrama, 2018), donde plantea diversos tipos de violencias sociales y simbólicas ejercidas contra los cuerpos femeninos. Como en la hilarante nouvelle ‘Especialmente atroz. 272 capítulos de Ley y orden: Unidad especializada en víctimas’, donde el famoso programa de televisión estadounidense es presentado a través de unas breves sinopsis de episodios surrealistas que satirizan la manera en que la violencia sexual se presenta en horarios de máxima audiencia.
Pero no todo va de reescrituras y pastiches posmodernos, porque a esta serie podemos agregar dos libros impactantes que evocan el poder redentor del fuego y la distopía. Por un lado, el multipremiado Las cosas que perdimos en el fuego(Anagrama, 2016), de Mariana Enríquez, invoca, en el relato homónimo, la potencia emancipadora de las llamas con un estremecedor relato de brujas contemporáneo que explora la violencia de género en clave de distopía social a lo James G. Ballard. Finalmente, El libro de Joan (Alpha Decay, 2018), de Lidia Yuknavitch, propone una fábula weird de inspiración medieval, donde su narradora principal encarna un homenaje a Christine de Pizan, protofeminista y la primera escritora profesional de Occidente, y a su heroína, Juana de Arco, reencarnada en Joan de Dirt, una joven luchadora con aptitudes similares a los de la mítica doncella de Orleans.
El común denominador de todas estas autoras quizá podría comprenderse desde los últimos desarrollos teóricos de Donna Haraway. A partir de una red de conceptos prestados de otras filósofas y científicas, la reconocida teórica americana hizo confluir en su último libro (Staying with the Trouble. Making Kin in the Chthulucene, 2015) un ecléctico mapa conceptual hacia el campo de la ficción. De una manera lúdica, Haraway invita a “especular”, en el sentido de imaginar y crear nuevas comunidades posibles. Su propuesta parte de las múltiples combinaciones de la contracción “SF”, una metáfora de cómo deberíamos encarnar las historias que nos contamos a nosotros mismos en este planeta desfalleciente:“Science Fiction”, “Speculative Fiction”, “Science Fabulation”, “Speculative Feminism”.
Este último concepto es útil para entender la emergencia, la relectura y el rescate del olvido (como en el caso de Angela Carter) de estas escritoras que, a través de la rienda suelta a la especulación, en su doble sentido de reflejo y conjetura, experimentan con los géneros y campos literarios como el terror, la ciencia-ficción, el fantástico, el surrealismo, el pastiche y el humor, sumándole profundidad y realismo psicológico a sus narrativas. Así es como estas diferentes autoras trasvasan las fronteras de los géneros para explorar las violencias, tanto físicas como discursivas, en los cuerpos de las mujeres. Y lo hacen de una manera impactante e inventiva que además cuestiona el realismo como el estándar de la calidad literaria. De esta manera, estas escritoras demuestran una gran capacidad para compartir historias comunitarias, explorando las raíces profundas en la experiencia de las mujeres durante siglos y evidenciando la necesidad de volver a contarnos historias, en un eterno retorno de la leyenda, el mito, los relatos clásicos y la historia, que, por suerte, no siguen significando lo mismo.
Fuente: El País Cultura