Por encima de todo, el sector debe estar unido en estas difíciles circunstancias derivadas de la covid-19; por otra parte, el Ministerio de Cultura debe escuchar a los taurinos de forma activa, respetar la libertad y apoyar la fiesta de los toros como una industria cultural más; y, en general, el futuro se presenta con una mezcla de optimismo no exento de incertidumbre porque la fiesta deberá recuperar el terreno que ha perdido en la sociedad española.
Estas son algunas de las consideraciones de los ocho aficionados —dos mujeres y seis hombres— que han sido consultados por este blog sobre el papel de los profesionales ante las consecuencias taurinas de la pandemia, la actitud del Gobierno ante las reivindicaciones del sector, y su visión sobre el porvenir de los espectáculos taurinos.
“Los taurinos deben hacer lo que no han hecho en mucho tiempo: estar unidos y apoyar a la Fundación del Toro de Lidia”, comenta Carlos Abella, escritor y exdirector del Centro de Asuntos Taurinos de Madrid. “Y crear un lobby —grupo de presión— integrado por personas relevantes que tengan influencia ante este Gobierno y los que vengan”.
De la misma opinión es Beatriz Badorrey, profesora de Historia del Derecho: “Es necesaria la unidad de todos, incluidos los aficionados, en torno a un organismo que canalice las demandas de la fiesta. Y nuestras armas son el Estado de derecho y la defensa de unos valores que nos singularizan en el mundo globalizado”.
“Hay que crear un lobby integrado por personas relevantes con influencia en el Gobierno” (Carlos Abella)
“La cultura de la tauromaquia debe prevalecer”, afirma Rosa Basante, presidenta del jurado del premio literario Doctor Zumel. “La libertad debe ser respetada”, continua, “y que todo el sector reme en la misma dirección”.
Toni Gaspar, presidente de la Diputación Provincial de Valencia —organismo propietario de la plaza de la capital autonómica—, entiende que “lo que toca ahora es trabajar junto a las instituciones para hacer viable este año". "Creo que es más productivo el trabajo silencioso que el ruido”, señala.
“Los taurinos deben dirigir al Gobierno unas reclamaciones justas, y pedirle que defienda a un sector que, como todos los de la cultura, atraviesa un momento de máxima dificultad”, opina Antonio Ramírez de Arellano, exconsejero de Economía de la Junta de Andalucía. Y añade: “Pero a la vez que concentre sus peticiones en todas las Administraciones que tienen algo que aportar, como son las diputaciones y los Ayuntamientos”.
Francis Fabré, director de la revista francesa Toros, identifica dos grupos de problemas. “Primero”, explica, “que los políticos piensan que la tauromaquia tiene menos peso que la ecología y el animalismo. En este caso, la respuesta es la unión apolítica de todos los sectores que sufren esta discriminación; y, en segundo lugar, la economía de los festejos no es sostenible en todos sus componentes. La base de la pirámide (las novilladas) es la más frágil, y la corrida es un espectáculo caro que ha perdido una parte importante de su público”.
“Este es un problema complejo” explica Francisco Jiménez, presidente de la Tertulia Taurina del Casino de Madrid. “Desconozco si el sector taurino se ha reunido y ha pensado en soluciones concretas. Hasta ahora, solo he apreciado que han pedido subvenciones. ¿Para qué?” Lo ideal, a su juicio, sería “no dar el año por perdido, adaptándose a las indicaciones sanitarias sobre el coronavirus, y que se celebren corridas, incluso fuera de temporada”.
Paseíllo en la plaza de Azpeitia en julio de 2019. ÁLVA RO SUSO
Por último, el presidente del Foro Mazzantini, Javier López-Galiacho, remite a un amplio informe que acaba de publicar en Elcierredigital.com en el que apunta, primero, la necesidad de que el sector estudie la convocatoria de acciones reivindicativas en las calles. Y añade otras propuestas: la urgente unidad de todos los profesionales, que deben contar con los aficionados, la elaboración de un estudio económico de la tauromaquia actual, la reducción de costes de los festejos, la integración de los toreros en la sociedad, la creación de la Academia de la Tauromaquia y una profunda revolución de las estructuras internas y externas del toreo.
Respecto a la actitud silenciosa manifestada hasta ahora por el Gobierno, las opiniones son coincidentes: debe escuchar a los profesionales del toro.
“El ministerio no puede mantenerse ajeno a esta realidad cultural”, afirma Beatriz Badorrey. “Los toros no son una religión ni una corriente de fanáticos, sino un patrimonio cultural”, añade Rosa Basante.
“No hay ningún asunto que el diálogo no pueda abordar, y Cultura debe dialogar con los taurinos de manera activa”, piensa Ramírez de Arellano.
“El futuro hay que basarlo en un nuevo modelo de negocio taurino (Ramírez de Arellano)
En opinión de Toni Gaspar, “el Gobierno de España, como cualquier Gobierno sea del nivel institucional que sea, debe escuchar al colectivo y tomar medidas, sobre todo en casos regulados, como son las ayudas económicas. La ley siempre debe estar por encima de sensibilidades y posicionamientos políticos”.
“Me preocupa que los Gobiernos de España y Francia no hablen con los representantes del sector”, señala Francis Fabré, “que cada familia profesional defienda sus propios intereses, y que los aficionados sean apartados de estas reflexiones”.
Fuente: El País