Mosko-Strom. El torbellino de las grandes metrópolis, la tercera novela de la peruana Rosa Arciniega, ha vuelto a las librerías 86 años después. Y lo hace en un momento de plena vigencia, con una asombrosa capacidad de anticipar fenómenos actuales muchas décadas antes de que se produjeran. Los protagonistas, Stanley Sampson, un profesor universitario al borde del retiro, y sus antiguos pupilos con sus respectivas familias, viven —o malviven— en Cosmópolis, una megaciudad donde “las voces de los claxones, las explosiones de los motores, las estridencias de tranvías y trenes aéreos seguían elevando su bárbaro concierto de disonancias por encima de este silencio patético de dos almas”, escribió Arciniega en 1933.
Max Walker es un ingeniero que tiene por máxima la racionalidad y la Técnica —con mayúscula— en la industria y en la vida de las personas. Todo para él se resuelve con fórmulas matemáticas, hasta el cálculo de la cantidad de sueño que cada trabajador necesita para ser eficaz. Según Walker, el hombre es “la única máquina inexacta, el único motor que no funciona bien. Esa, y no otra, es la causa de su malestar”.
El profesor Sampson, a su vez, tiene demasiado cerca los vacíos de la sociedad a la que pertenece: su mujer, Rona, solo piensa en comprar más chucherías para adornar la casa y se queja por no tener un automóvil, mientras su hija se dedica a ir de un dancing (sala de baile) a otro.
El libro, que tuvo dos ediciones seguidas —en 1933 y 1934— presenta un mundo obsesionado con el progreso, la urgencia del tiempo, la tecnología, la voracidad de consumir y la estupidez. Vio la luz por primera vez un año después de una de las distopías más reconocibles de la literatura universal, Un mundo feliz de Aldoux Huxley, pero cuando esta aún no había sido traducida. Por ello, Lergo piensa que la escritora peruana no lo habría leído.
La responsable de la edición y el prólogo, la filóloga sevillana Inmaculada Lergo, decidió publicarla "porque es de una actualidad tremenda: por la vorágine que se traga al hombre y las multitudes anónimas poseídas por el vértigo, espoleadas por la prisa".
La novela toma el nombre del fenómeno Mälstrom o Mosko-Strom, que ocurre en el archipiélago noruego de Norldland, de "aguas furiosamente agitadas en torbellino" procedentes del Polo Norte y del Ecuador, pero que el antagónico de Walker usa para referirse a la vorágine de la ciudad industrializada donde la historia transcurre. Un lugar lleno de madejas de cables, hilos y tuberías de las telecomunicaciones y del gas. "La profunda lucha invisible que conmueve a Cosmópolis hoy, al mundo entero. Esos son los auténticos torbellinos del Mälstrom técnico, inesquivable, de la vida moderna", escribe Arciniega.
Lergo ha anunciado que esta novela es el primer volumen de la "biblioteca Rosa Arciniega", dada la abundante producción literaria de la peruana, poco investigada, y a su carácter e ideas pioneras para su época. Pero el proyecto promete no quedarse aquí. "Mi plan", explica la investigadora, "es seguir rescatando lo que hay, uno se lleva una enorme sorpresa de una mujer joven, con preocupaciones sociales y que se acercó a los círculos socialistas en España”. La novela ha llegado el lunes 18 a las librerías en España pero fue presentada la semana pasada en la librería Sur de Lima.
Una intelectual peculiar
La autora nació en 1908 —o en 1903, según la fuente que se consulte— en Perú y vivió en España entre 1928 y 1936, donde formó parte de la tertulia de José Ortega y Gasset ligada a la Revista de Occidente y se vinculó al Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Según los archivos revisados por la filóloga sevillana, desde la primera novela de 1931, Engranajes, su éxito fue "fulgurante y fulminante, pero es poco conocida tanto en España como en Perú". La obra fue reconocida en Madrid como "la novela del mes", y en los meses anterior y posterior ese calificativo lo lograron libros de Pío Baroja y Miguel de Unamuno. Su segunda novela, Jaque Mate, también publicada en 1931, igualmente logró el título de la "novela del mes". "Es un trasunto de Mussolini, con una visión clarísima de lo que iba a pasar con todos los dictadores", explica Lergo, quien es miembro de la Academia Peruana de la Lengua.
Arciniega se definía como una "mujer moderna" y una "anarquista mística". La historiadora española María del Carmen Simón la describió como el "prototipo de mujer nueva que con su profesión y forma de vida reclama la igualdad de oportunidades".
La intelectual llegó a España con ideas de izquierda, pues en Lima fue cercana al ensayista peruano José Carlos Mariategui, director de la revista Amauta. También en la capital del país sudamericano tomó sus primeras clases como piloto, que luego continuó en la Escuela de Aviación Civil valenciana.
La escritora dejó España junto a su familia en 1936 y volvió a Perú. Allí siguió escribiendo cuentos, obras para la radio y biografías noveladas; y publicando crónicas en diarios del continente. Fue la primera diplomática mujer en el servicio exterior de su país y se desempeñó como agregada cultural en Argentina, donde murió en 1999.
Fuente: El País