Ya lo decía Garzón. Sus declaraciones sobre la carne afectan a grandes empresas. Lo que no dijo es que para algunas lo hace de forma positiva, ni el dinero que reportan.
Grandes empresas de todo el mundo invierten millones en la utopía de la carne cultivada: un producto de laboratorio que elabora un sucedáneo de la carne a partir de células madre extraídas del tejido animal. La tendencia ha llegado a España. Pero, aquí, para variar, el negocio está subvencionado. Sólo el año pasado, el Gobierno ha regado con casi 4 millones de euros a ocho empresas para que empiecen a producir este tipo de carne que hará la competencia al sector ganadero.
Un gran desembolso que ejecuta al tiempo que recorta la inversión en el sector primario. Algo paradójico puesto que ninguna de estas empresas tiene aún capacidad de producir a corto plazo. Es el ejemplo de Biotech Foods, con sede en San Sebastián. Acaba de ser comprada por una gran empresa brasileña, JBS, que financiará la planta de producción que hace falta construir para fabricar su producto: la carne ética.
Quién maneja la agenda 2030
Desde el PP, la portavoz de Agricultura en el Congreso, Milagros Marcos, se pregunta "quién hay detrás de este debate ideológico". Para justificar cada política verde, el Gobierno se parapeta en la agenda 2030: un documento creado por los magnates de las tecnológicas que utiliza el supuesto cambio climático para dirigir las inversiones.
Sin ir más lejos, Jeff Bezos o Bill Gates llevan años invirtiendo millones en la promoción y fabricación de carne cultivada. El creador de Microsoft ha llegado al punto de decir que "los países ricos sólo deberían comer sintética para acabar con el hambre en el mundo".
Sin embargo, en más de una ocasión ha sido pillado haciendo cola en famosas cadenas de hamburgueserías estadounidenses. No debería sorprender teniendo en cuenta que es el dueño de los más de 10.000 km² de tierra en los que se cultivan las patatas fritas de los menús de Mc Donalds.
"En España no hay macrogranjas"
El Gobierno ha apoyado la corriente defendida por Garzón alegando que se basa en la ciencia. De esto sabe José Miguel Mulet, profesor de Biotecnología, investigador y divulgador científico experto en la materia. En esRadio ha insistido en que "en España no hay macrogranjas. Esto es un invento electoral de Greenpeace que los políticos han asumido porque mueve muchos votos. La prueba está en que el término macrogranja no está regulado por ninguna Ley"
Coincide con él Milagros Marcos y lo demuestra que "ninguna explotación ganadera en nuestro país incumple la Ley. De lo contrario, el Gobierno tiene la responsabilidad de sancionar y eso no está pasando"
Este argumento debería ser suficiente para parar esta confusión al consumidor que no sólo ataca, como dicen, a los grandes ganaderos. José Miguel Mulet, cree que "esta campaña va en contra de toda la ganadería ya sea grande o pequeña" y pone el foco en el desconocimiento del funcionamiento de este sector en nuestro país: "El propio cerdo ibérico", explica, "pasa una parte del año en establo y luego a sale a comer bellotas en la montanera. O sea que esa misma foto de animales sueltos, si la hacen en otra época del año están en una ganadería encerrados".
Tras el modelo peronista
Pero seguir el juego de estos millonarios que se dicen filántropos pone en jaque 12.000 millones de euros de exportaciones en España, según datos del propio Ministerio. Y agarrarse al palo de la ética es complicado cuando los mismos que abanderan la carne cultivada, invierten en las famosas macrogranjas; un modelo que sí existe fuera de nuestro país.
De hecho, China ha llegado a un acuerdo con el gobierno peronista para implantar centenares de macrogranjas de cerdos. Milagros revela cómo grandes magnates de las tecnológicas "están comprando grandes extensiones ganaderas en Argentina, por lo que si acaban con nuestro modelo, no es de extrañar que acabemos teniendo que consumir carne extranjera, con controles menos exhaustivos que los de España". Coincide con ella Mulet que no duda de "que acabaremos importando carne china" y de que acabar con nuestra ganadería, supondrá consumir de las macrogranjas que demoniza el Ejecutivo.
Para José Miguel, la carne cultivada podría tener sentido para su uso en productos procesados como lasañas o derivados. Para Milagros, ducha en el terreno ganadero, la solución, pasa por invertir para que la carne pueda exportarse ya procesada.
Sin embargo, la tónica del Gobierno en los últimos años es el recorte de la inversión en un sector que genera 650 millones de euros al año, mantiene 100.000 puestos de trabajo y supone el 2% de nuestro PIB.
Fuente: https://www.libremercado.com/