Un pequeño rincón de la India escondido entre Nepal y Bután está inmerso en una misión sin precedentes en el país asiático: ha declarado orgánicas todas sus tierras agrícolas y los fertilizantes químicos están vetados. El antiguo reino de Sikkim es el primer estado orgánico del mundo. Un camino largo, lleno de obstáculos, inacabado.
La transición de Sikkim desde la agricultura convencional hacia la orgánica dio sus primeros pasos en 2003, cuando el jefe del gobierno estatal, Pawan Kumar Chamling, impulsó este proyecto retirando los subsidios para los fertilizantes. A partir de entonces se inició un proceso gradual que tenía el objetivo de abandonar los abonos químicos y dejar paso a los orgánicos. Primero, con una disminución en los suministros. Más tarde, convirtiendo el uso de pesticidas químicos en delito.
Chamling, líder del Frente Democrático de Sikkim, gobierna esta región de 600.000 habitantes desde 1994 gracias a cinco victorias seguidas en las urnas. "Cuando decidimos involucrarnos en la agricultura orgánica, nos enfrentamos a muchos desafíos", dijo el pasado mayo durante un discurso en el que defendió su proyecto estrella. "Los agricultores no tenían ni idea de lo que era la agricultura orgánica, de modo que la educación fue nuestra primera prioridad. Poco a poco, la gente empezó a entendernos y a apoyarnos".
Tierras libres de pesticidas
En 2016, todas las tierras agrícolas de Sikkim –unas 75.000 hectáreas- fueron certificadas como orgánicas: cultivos libres de pesticidas industriales y una producción sin modificaciones genéticas. Hoy día está prohibido incluso importar de otros estados indios verduras que no sean orgánicas, una medida que disparó los precios locales.
Está prohibido incluso importar de otros estados indios verduras que no sean orgánicas
Recientemente la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) premió al "primer estado orgánico en el mundo" por sus políticas agrícolas al promover sistemas de producción sostenibles y por involucrar en ellos a los más de 60.000 agricultores que viven en este pequeño estado al noreste de la India. "El método de Sikkim va más allá de la producción orgánica y ha demostrado ser verdaderamente transformador para el estado y sus ciudadanos", señaló la FAO en un comunicado al anunciar el destinatario del Future Policy Award de 2018. "Sikkim es un excelente ejemplo de cómo otros estados de la India y otros países alrededor del mundo pueden mejorar la agroecología".
El agrónomo G. V. Ramanjaneyulu, director del Centro para la Agricultura Sostenible (CSA) de la India, sostiene que la transición que ha llevado a cabo Sikkim "ayudó al estado a conservar sus ricos recursos naturales, su biodiversidad y los sustentos de sus habitantes". Las autoridades amplían la lista de beneficios a mejoras en la salud de sus habitantes o en un ecoturismo en auge.
La formación de agricultores orgánicos
Para que la producción orgánica tenga éxito es prioritario, según Krishna Gopal Saxena, profesor de ecología en la Facultad de Ciencias Ambientales de la universidad JNU de Delhi, que antes echen raíces los siguientes puntos: "los agricultores deben estar informados de los costes y los beneficios de los sistemas agrícolas orgánicos y alternativos, deben estar capacitados en el proceso de autocertificación y deben estar preparados para enfrentarse a un descenso en la demanda de alimentos orgánicos".
"Es más factible ser orgánico en zonas donde las tecnologías modernas no han penetrado a gran escala".
Este experto en gestión de recursos naturales y desarrollo sostenible apunta a este periódico que Sikkim contaba con una ventaja inicial para llevar a cabo la transición ecológica: "es más factible ser orgánico en zonas donde las tecnologías modernas no han penetrado a gran escala". Lo cierto es que, aunque la carrera de Sikkim hacia lo orgánico se institucionalizó en 2003, el uso de pesticidas en esta región montañosa ya entonces era menor que en el resto del país. Mientras el consumo medio nacional era de 90 kilos de productos químicos por hectárea, en Sikkim apenas llegaba a 12, según la entidad pública Sikkim Organic Mission.
Una revolución verde llena de pesticidas
El uso masivo de abonos químicos explotó en India a partir de la década de los sesenta, cuando el gobierno nacional, tal como hicieron otros países en vías de desarrollo animados por la FAO, puso en marcha la llamada 'Revolución Verde': importar de Occidente técnicas agrarias que aumentaban la productividad gracias a la incorporación de semillas de alto rendimiento que requerían un mayor riego y el uso de pesticidas y fertilizantes. Las cosechas crecieron, las hambrunas se redujeron. India pasaba de ser un país dependiente del exterior, con problemas de abastecimiento alimenticio, a convertirse en una potencia de producción agrícola. El precio se ha pagado en años posteriores: contaminaciones, degradación de los suelos, reducción de la biodiversidad, salinización del terreno, agotamiento de los acuíferos…
Este año el gobierno indio ha vetado el uso de 18 pesticidas peligrosos.
En la India, donde viven alrededor de 1.300 millones de personas, la principal fuente de ingresos de la mitad de la población es la agricultura. Ramanjaneyulu, el director del CSA, asegura que hoy en día "el uso de pesticidas en la India está creciendo" porque "en ausencia de buenos sistemas reguladores los pesticidas se venden de forma indiscriminada".
El 30% de los plaguicidas utilizados en India se encuentran en la categoría Class-I, considerada extremadamente peligrosa por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Muchos de ellos, como el monocrotofós, el fosfamidon, el paratión o el oxydementon, están prohibidos en otros países, incluida la Unión Europea, por ser altamente tóxicos. Sólo en 2015, la Oficina Nacional de Registro de Delitos documentó más de 7.000 muertes por envenenamiento con este tipo de productos. Este año el gobierno indio ha vetado el uso de 18 pesticidas peligrosos, pero el monocrotofós y el carbofurano siguen siendo legales pese a su alta toxicidad.
Sonam Taneja, investigadora del Centro para la Ciencia y el Medio Ambiente (CSE) de Delhi, cree que "la conciencia sobre alimentos sanos y seguros está creciendo entre los consumidores y en el gobierno, aunque queda mucho por hacer". A preguntas de este diario la experta responde que las autoridades están dando un empujón a la agricultura orgánica pero "debido a la falta de fondos, la falta de capacitación adecuada y la escasez de vínculos para comercializarla, la agricultura orgánica todavía se considera un nicho en la India".
El país con más productores orgánicos
De los 160 millones de hectáreas de tierras de cultivo que hay en toda la India, sólo dos millones son orgánicas. No obstante, es el país con más productores orgánicos del mundo (835.000), seguido de lejos por Uganda (210.000). Además, el mercado de alimentos orgánicos está aumentando: en 2016 movía unos 7,6 millones de dólares anuales, cifra que deja atrás el millón y medio de cinco años antes, según datos de un estudio de la Cámara de Comercio e Industria de la India que calcula que en 2020 se llegará a los 12 millones.
En varias ocasiones el primer ministro indio, Narendra Modi, ha animado a otros estados a que imiten los pasos dados por Sikkim ("el noreste puede convertirse en la cesta de comida orgánica de este país") y ha invertido alrededor de 119 millones de dólares en ayudas a los agricultores orgánicos en toda la India. Regiones como Kerala, Meghalaya o Uttarakhand caminan en esa dirección. "El método que ha iniciado Sikkim será adoptado por todo el mundo mañana", ha llegado a decir eufórico Chamling, mandatario de Sikkim.
Sin embargo, Taneja, especializada en tóxicos y alimentos saludables, cree que la réplica del modelo de Sikkim en otros lugares puede encontrar dificultades por "las diferencias en la agroecología, la dependencia de los químicos y el tamaño de las propiedades".
Problemas en la transición orgánica
En el propio Sikkim los agricultores se quejan de que la transición hacia lo orgánico está suponiendo una disminución en sus ingresos y en el rendimiento de sus cosechas, ya que la fertilidad del suelo tarda en recuperarse. La experta del CSE, que es autora de un estudio sobre este modelo de producción agrícola, dice que desconoce si la situación ha cambiado desde noviembre de 2016, cuando visitó las plantaciones, pero que en aquella ocasión "los agricultores se quejaban de la falta de capacitación adecuada en la agricultura orgánica", del mismo modo que vio carencias a la hora de comercializar los productos de manera rentable para los productores.
En Gangtok, la capital de Sikkim, se han abierto mercados orgánicos para que los horticultores puedan vender directamente sus productos, pero entre la ciudadanía no termina de cuajar la idea de pagar más por un alimento más saludable aunque menos vistoso. Los agricultores creen que las autoridades, que han establecido precios máximos para ciertas frutas y verduras, deberían hacer más hincapié en la concienciación sobre el consumo de este tipo de productos.
"El gobierno de Sikkim ha gastado más dinero en el proceso de certificación [de tierras orgánicas] que en ayudar a los agricultores a realizar esa transformación. Tampoco se ha apoyado lo suficiente en la comercialización. Eso es algo en lo que deberían centrarse otros estados", afirma el agrónomo Ramanjaneyulu. Este científico concluye que los métodos agroecológicos ayudarán a combatir el cambio climático, a adaptarse a los problemas que éste genere y a fortalecer la resiliencia de los agricultores.
Fuente: Público