La crisis del coronavirus es un diseño engañoso con una agenda macabra. Inaugura el totalitarismo sanitario, con restricciones a las libertades fundamentales, fomento del miedo al otro y proyectos de vacunación forzosa. Y le abre las puertas a un reseteo del agónico sistema financiero mundial.
El coronavirus es una operación globalista planetaria de alcances nunca vistos. Su agenda central parece proponerse la imposición masiva de restricciones a las libertades fundamentales (derecho a la reunión, a la manifestación masiva, a la libre circulación y expresión), fomento del miedo a los demás (nociones de "distancia social") y proyectos de programas de vacunación forzosa. Además, el colapso inducido de la economía mundial permitirá un reseteo del agónico sistema financiero, y la ruina de sectores medios y bajos de la economía en todo el mundo prepara el escenario para la aceptación de "medidas extraordinarias". Estos conceptos son familiares al proyecto globalista, una reingeniería del mundo impulsada por una elite de poderes supranacionales que se propone la creación de un gobierno mundial. Con una formidable ofensiva comunicacional, casi todos los sectores caen bajo el embrujo de una crisis artificial que remodela valores básicos de la convivencia social que han regido durante centurias. La agenda globalista -que prevé entre otras cosas el debilitamiento de los Estados nación para reemplazarlos por formas de gobernanza supranacional, control totalitario de la vida de las personas y un proceso masivo de reducción de la población- se vale de eventos catalizadores que modelan cambios profundos en la sociedad planetaria. La "pandemia" del coronavirus es uno de ellos, y su diseño deliberado está a la vista. Cada evento catalizador -operaciones de alta complejidad y planificación- tiene múltiples metas y utilidades. En este artículo, algunas pistas. La OMS y el pensamiento único sobre la salud El operativo se inicia con las alarmas emitidas desde una de las usinas globalistas: la Organización Mundial de la Salud. Amplias audiencias tienen la falsa percepción de que la OMS es un ente neutral, aséptico y no contaminado por las comunes cuestiones de la naturaleza humana. La OMS, según una opinión generalizada, es un organismo científico dedicado a promover la salud en todas sus formas posibles, y una referencia fundamental a la hora de decidir sobre cuestiones sanitarias. Sin embargo, como no podía ser de otra manera, la OMS refleja los equilibrios políticos del mundo, y aloja en su seno lobbys de diferentes intereses. En general, predominan aquellos asociados a las farmacéuticas que defienden una visión de la salud unidimensional: la lucha contra virus, parásitos y bacterias, causantes de las enfermedades, debe librarse en base a fármacos, vacunas y tratamientos especializados. Se trata de encontrar la "bala de plata" para cada patología. Esto es sumamente útil para desempoderar a las personas en el cuidado de su propia salud, y en cambio empoderar a la corporación médica y comités de "expertos". Pero nadie ha demostrado que este paradigma -ciego y cojo en muchos aspectos- sea el más seguro, ni el más eficaz. De hecho, la iatrogenia (muerte del paciente por haber seguido un tratamiento médico) es la tercera causa de muerte en EE.UU. Desde un enfoque de la salud integral y multidimensional -mucho más abarcativo de la suma del conocimiento humano actual- la alarma internacional que fomenta la OMS es muy lucrativa para las farmacéuticas, pero es ruinosa para la salud de las poblaciones. Un evento hipotético futuro como herramienta de chantaje La "pandemia" del coronavirus es literalmente una "invención", como la ha definido el filósofo italiano Giorgio Agamben. Se inicia con un evento hipotético futuro. La OMS le advierte a los gobiernos que si no se toman medidas extraordinarias de prevención, se puede desatar una crisis sanitaria sin precedentes. A continuación, miles de documentos y artículos de "expertos" trazan cuadros estadísticos que siembran el pánico: podría haber millones de muertos y los sistemas sanitarios colapsarán. Esta estrategia es de uso común en los operativos globalistas. Se lanzan alertas en torno a "amenazas", con información originada en especulaciones de los máximos dirigentes, imposible de contrastar, y por lo tanto, de refutar. Los argumentos se inmovilizan y el debate se ubica en el terreno de las emociones. ¿Quién va a reunir suficientes elementos para desmentir que un hipotético evento futuro NO puede suceder? Y aunque tuviéramos la certeza de que al mal augurio no va a tener lugar, es difícil evitar la angustiante duda: "¿Y si me equivoco y sucede?" Las predicciones catastrofistas, en este caso, tienen una obvia salida lógica: si no se producen millones de muertes -como sucedió en todas las "pandemias" de este siglo que la OMS declaró- deberemos agradecer al operativo masivo de prevención. Hasta ahora, nada fuera de lo común ha sucedido. Aunque es probable que muchos hospitales colapsen, como el efecto simple de una profecía autocumplida: si hablamos todo el tiempo de peligros sanitarios, más gente se sentirá enferma. Intoxicación mediática: Conteo diario, estadísticas en tiempo real La OMS no explica por qué un brote de una cepa que provoca gripe común, es más peligrosa que otras 300 cepas de virus similares, ni por qué este año debemos contar las muertes en tiempo real, cuando todos los años hay entre 250 mil y 650 mil muertes por gripe estacional en el mundo, una cifra a la cual la "pandemia" actual no llega ni al 5 por ciento. Esta postura han expuesto el virólogo argentino Pablo Goldschmidt, o el subsecretario de Salud de México. Nadie los ha refutado, pero sí descalificado y ridiculizado.
Tampoco la tasa de mortalidad del novel coronavirus justifica las alarmas. Reseña Peter Koening:
"La OMS declaró que el coronavirus COVID-19 era una «pandemia», cuando no hay el menor rastro de una pandemia. Una pandemia podría ser la condición, cuando la tasa de muerte por infección alcanza más del 12%. En Europa, la tasa de mortalidad es de aproximadamente 0.4%, o menos. A excepción de Italia, que es un caso especial, donde el pico de la tasa de mortalidad fue del 6%. En China, donde la tasa de mortalidad alcanzó su punto máximo hace unas pocas semanas, alrededor del 3%, ha vuelto al 0,7%, y está disminuyendo rápidamente".
El pánico y la percepción de la "catástrofe sanitaria" se construye a partir de una operación engañosa por parte de medios y autoridades: el conteo diario de enfermos y muertos, ciudad por ciudad, país por país. Para realizar un monitoreo honesto sobre la progresión de la "pandemia", se debiera incluir una comparativa paralela sobre la situación de otras enfermedades: infartos, diabetes mellitus, dengue ú otras patologías. De confrontarse esas cifras, donde el "novel coronavirus" ni se acerca a las víctimas de gripes y resfríos comunes, surgiría naturalmente la pregunta lógica que pocos se hacen hoy: ¿Por qué todos los esfuerzos se dirigen al coronavirus? ¿Por qué parece ser la única variable sanitaria que importa? Otro sesgo importante es la información médica es atribuir cada muerte de un portador, sin más, al coronavirus, cuando un altísimo porcentaje de las víctimas mortales también padece enfermedades preexistentes. ¿Cuántas muertes son atribuibles al coronavirus como único factor?
Hasta ahora, la "pandemia" tiene mucho menor impacto que cualquier gripe estacional. ¿Nos están preparando para algo peor? La amenaza oculta: el derrame de un contaminante global El 25 de enero de 2020, con eventos en más de 195 ciudades en 32 países, se celebró el primer día de protesta mundial contra la tecnología 5G. Se reclamó detener la implementación a gran escala de las tecnologías 5G por razones científicas, debido a su potencial impacto en la salud, la vida silvestre y el medio ambiente, entre otras razones. En ese contexto se dispararon conjeturas en torno a que el inicio del 5G en Wuhan (la primera "ciudad inteligente" de China) sería el factor desencadenante de la epidemia, y explicaría por qué Italia (uno de los campeones del 5G en Europa) es otro epicentro. Los medios tradicionales, aprovechando la ignorancia masiva sobre el tema, se apresuraron a ridiculizar la hipótesis. Sin embargo, la evidencia sobre los daños de las emisiones inalámbricas a los sistemas biológicos es demoledora, y está plasmada en el reporte en tiempo real del Grupo Bioiniciativa, y en pronunciamientos como la Declaración de Friburgo, el Llamamiento Internacional de 2015 y la campaña Stop5G. Estos documentos, respaldados por altas personalidades de la ciencia y miles de personas, anticipan más desórdenes en la salud pública cuando la quinta generación de celulares se despliegue en la tierra y el espacio. Aunque el negacionismo oficial dice lo contrario, los campos electromagnéticos interactúan con elementos físico-químicos, con el potencial de detonar trastornos en la salud y en la conducta. El doctor Thomas Cowan logra sintetizar en una exposición de 10 minutos por qué desde la epidemia de Gripe Española de 1918 hasta el coronavirus, cada nueva capa de electrificación de la tierra ha tenido como consecuencia una oleada de nuevas enfermedades. La narrativa del coronavirus, en esta perspectiva, sería una cortina de humo, un chivo expiatorio construido con fines de "explicar" este brote y los sucesivos que tendrían lugar en el futuro próximo.
En esta línea, el Dr. Dietrich Klinghardt, fundador del Instituto de Salud Sophia y autoridad mundial en materia de campos electromagnéticos y salud, describe cómo la tasa de mortalidad del coronavirus (ubicada entre el 0.5 - 2%) se eleva al 60% en el Hospital EvergreenHealth en Kirkland, Washington. El investigador especula sobre una posible interacción del 5G con el virus. Kirkland es una de las cinco ciudades del país «firmemente conectadas» con 5G, y EvergreenHealth es el único hospital en el país conectado y transmitiendo en 5G. Si el 5G está vinculado con la crisis en curso, lo que veremos en los próximos meses será una sucesión de brotes epidémicos a medida que se despliega la nueva red en distintas partes del mundo. El "coronavirus" (u otras cepas) se reciclará como explicación recurrente. El globalismo entierra con un feroz bloqueo mediático este debate, porque una de sus matrices fundantes es la captura de las poblaciones dentro de la red de control social masivo que implican las tecnologías inalámbricas. Por eso, el 5G se presenta en cambio como una gran herramienta para la crisis sanitaria: otra señal del diseño globalista. El encierro masivo se convierte en un pretexto para canalizar toda la actividad social (clases, reuniones, trabajo) hacia Internet. Se reclama la aceleración del despliegue del 5G como una forma de satisfacer la "mayor demanda de trabajo remoto", y los robots 5G se publicitan como ayudantes providenciales en la crisis hospitalaria. Totalitarismo sanitario, distancia social y miedo al contacto La narrativa de la "protección de la salud" impacta en los discursos de derecha y de izquierda por igual, creando una atmósfera de "unanimidad ante el peligro". El discurso de los medios de casi todas las orientaciones plantea la obediencia ciega a la estrategia global del encierro masivo y la paralización de la economía. Los insumisos que se rebelan ante el mandato del aislamiento y las cuarentenas son reprimidos con cárcel o multa. Se construye un falso sentido común según el cual violar las disposiciones del novel totalitarismo sanitario es un atentado contra los demás personas. Detrás de este concepto subyace la noción de que cada persona es en sí misma un peligro para los demás. Emerge la noción de "distancia social", propia de los "buenos modales sanitarios": evitar reuniones de más de 10 personas, no dar apretones de manos, y tratar de permanecer al menos a un metro de distancia de otros. Esta perspectiva "aislacionista" de la salud es totalmente anticientífica si soslaya el impacto emocional que conlleva. Antonio Damasio demuestra que así como los estados de alegría son saludables, los estados de tristeza y miedo provocan un desequilibrio funcional. En estos momentos, no parece tener importancia si el aislamiento y la inactividad conducen a un incremento en la depresión o la obesidad, o si el miedo inducido y el endeudamiento generalizado aumentan la tasa de suicidios ¿Por qué estos potenciales daños a la salud pública no se contabilizan en el "operativo de prevención"? El tacto no es sólo un estímulo agradable: es una necesidad biológica. Philippe K. Davis en su libro "El poder del tacto. El contacto físico en las relaciones humanas" resume que la estimulación cutánea es una de los 10 necesidades fundamentales del ser humano, y de gran importancia para los viejos y los enfermos. Hace unos 70 años, en EE.UU. se volvió doctrina oficial la visión del doctor Emmerth Holt para crianza de los niños. Este recomendaba no acunar a los bebés y no alzarlos en brazos cuando lloran. Cuando la doctrina Holt se aplicó masivamente, la mortalidad infantil para criaturas menores de un año que se criaban en orfanatos, alcanzó el 50 por ciento. Estimular el miedo al contacto y a la cercanía de los demás es otra señal del cuño globalista de esta "crisis sanitaria". Es una actitud funcional a la erosión de la empatía y de las redes afectivas, y al fomento de una sociedad volcada hacia un modelo de "tocamiento por un precio" (masajes, sexo, otros servicios pagados) que va reemplazando al contacto natural del amor conyugal, familiar y comunitario. En la misma dirección caminan los proyectos legislativos para prohibir las reuniones de más de 25 personas: un atentado a la convivialidad, a la vida social y comunitaria, que se convertirá en "herejía irresponsable" en un mundo de personas confinadas por ley a su hogar individual. Recuerdos del futuro: Qué anticipan los autores del montaje Un mes antes del brote en Wuhan, en octubre de 2019, un conjunto de organizaciones globalistas organizó un simulacro de contención de una pandemia: "Event 201. A global pandemic exercise". En Nueva York, un panel de "expertos" convocados por John Hopkins University, la Fundación Bill y Melinda Gates, el World Bank Forum y otros "think tanks" debatieron si la humanidad está preparada para contener los efectos de la propagación descontrolada de una enfermedad. "¿Cómo se denominó, en la narrativa ficcional del ejercicio, el patógeno mortal que desencadenaba una crisis con millones de muertos?" Respuesta: Coronavirus.
Tal vez no sea casualidad ni coincidencia. A los cerebros globalistas les gusta anticipar públicamente, en código, ciertas operaciones de gran escala. Event 201 no fue la única señal previa: un documento de la CIA fechado en 2015 anticipa para el 2025 una pandemia originada en China, en "poblaciones en contacto con animales". El coronavirus también es mencionado. ¿Qué puede pasar en el mundo, según los expertos reunidos en Event 201? ¿Qué medidas serían necesarias en ese escenario? Los guiones de la élite contienen siempre semillas de futuro:
El cierre de fronteras provoca un 45 por ciento de cancelaciones aéreas. Los países que viven del turismo son fuertemente golpeados. Las bolsas caen un 40 por ciento. El PBI mundial se reduce en un 11 por ciento. Las instituciones de crédito no otorgan más préstamos y las consecuencias de la crisis se extienden durante una década. Todo parece abrirle las puertas a un reseteo del sistema financiero.La "desinformación" en Internet causa pánico. Se hacen necesarios cortes de servicios y control de redes sociales y medios tradicionales. Se establece un protocolo de comunicaciones. Son suprimidas en las redes las teorías conspirativas y los "falsos mensajes". Ejemplo: "Los trabajadores sanitarios en Africa son agentes de esterilización" o "Han propagado el virus para quedarse con nuestros recursos naturales".Después un periodo en que la pandemia parece declinar, se propaga en las ciudades en forma explosiva. Mueren 61 millones de personas en los primeros 18 meses. Se producen revueltas populares y se hace necesario instaurar la ley marcial para controlar la situación.La epidemia no cede por su ciclo natural, ni por la capacidad de los organismos para defenderse. La crisis no parece despejarse nunca, a menos que se desarrollen vacunas. Todos los esfuerzos médicos se dirigen en esa dirección.Ley marcial y vacunación forzosa a la vista En resumen: El ejercicio sugiere que la situación será de tal gravedad que se harán necesarias la suspensión de las libertades y garantías constitucionales y, por supuesto, la introducción de la vacunación forzosa. Los programas ya están listos:
ID2020 es una alianza de socios público-privados, incluidos los organismos de las Naciones Unidas. Es un programa de identificación electrónica que utiliza la vacunación generalizada como plataforma para la identidad digital.GAVI, la Alianza Global para Vacunas e Inmunización, se identifica en su sitio web como una asociación mundial de organizaciones sanitarias del sector público y privado dedicadas a la «inmunización para todos». GAVI cuenta con el apoyo de la OMS. Sus principales socios y patrocinadores son la industria farmacéutica.¿Qué nos querrán inocular a todos? Esa sí que es una verdadera amenaza sanitaria.
Fuente: https://es.sott.net/article/71865-Coronavirus-Claves-para-reconocer-un-operativo-globalista