Los ladrillos fundamentales de la vida, las piezas básicas para que surgieran los primeros organismos vivos ya pululaban por el cosmos desde mucho antes de lo que se pensaba hasta ahora, puede que antes incluso de que nacieran las primeras estrellas. Si se confirma esta idea, la vida habría sido un acontecimiento posible en cualquier lugar del espacio casi desde el mismo momento de su formación, el cosmos nació como un proyecto de hogar para la vida.
Y puede que la idea se confirme a la luz de los datos publicados ayer por un equipo internacional de astrónomos en la revista “Nature Astronomy” y que sugieren que la glicina y probablemente otros aminoácidos, se formaron en las densas nubes interestelares que existían antes de que surgieran las primitivas estructuras que podrían considerarse estrellas.
Los datos han sido obtenidos a partir de análisis de material cometario. Los cometas son los materiales mejor conservados del origen del Sistema Solar, escombros del origen de nuestra estrella madre que atesoran información sobre cómo nacen los astros. En su superficie pueden encontrarse moléculas que existieron en el tiempo en el que se estaban formando el Sol y los planetas. Por eso es importante tener registro de esas moléculas. La ciencia ahora lo tiene. En concreto gracia al estudio de la coma del cometa 67/P Churyumov-Gerasimenko y de restos del cometa 81P/Wild que fueron traídos a la Tierra en 2006 en la misión Stardust.
En ambos casos, se han detectado muestras de glicina, uno de los aminoácidos que forman las proteínas de los seres vivos. La glicina, hasta ahora, se pensaba que solo era posible en ambientes regados con grandes cantidades de energía procedentes de las estrellas y que antes de la formación estelar su presencia era poco menos que una quimera. Pero la existencia de esta molécula en un cometa, en las condiciones en las que se encuentra, parece sugerir que ya había glicina antes de que hubiera estrellas.
En concreto, es posible la formación de este componente vital en granos de polvo helados en ausencia de energía. El proceso de formación se conoce como “química oscura”. Se llama así a los procesos químicos que suceden sin necesidad de una radiación energética externa.
Los investigadores encontraron antes que nada metilamina en la coma el cometa 67P. La metilamina es un precursor de la glicina. Con la ayuda de un dispositivo de Ultra Alto Vacío y sometiendo el conjunto a ráfagas de átomos, lograron demostrar que se puede formar glicina sin energía a partir de metilamina. Posteriormente, análisis astroquímicos con material cometario demostraron la existencia real de este proceso químico en el espacio.
La demostración de que los aminoácidos elementales existen en condiciones previas a la química estelar tiene repercusiones importantísimas para el estudio de la vida en el cosmos. Para empezar sugiere que el espacio estaba preparado para recibir vida desde casi sus orígenes. La vida es casi un imperativo físico cuyos ladrillos fundamentales están presentes en todo el cosmos. Esto implicaría que las posibilidades de que haya surgido en cualquier otro lugar del universo crecen considerablemente.
De momento, solo conocemos un caso en el que se reunieron todas las circunstancias para que ese proyecto químico vital tan primitivo cuajara felizmente: la Tierra hace 3.800 millones de años. Pero quién sabe cuántos otros planetas en la inmensidad del cosmos pudieron disfrutar de las mismas condiciones en algún momento.
Fuente: La Razón